jueves, 29 de diciembre de 2011

Si hubiese estadísticas tendríamos cifras escandalosas de cáncer


Con Ángel Bracco
Si hubiese estadísticas tendríamos cifras escandalosas de cáncer
 
Ángel Bracco, médico de San Jorge, provincia de Santa Fe, es un amigo y colaborador de nuestra afiliada el Sindicato Argentino de Trabajadores de la Industria Fideera (SATIF), uno de los destacados conferencistas que participaron en el último Congreso del SATIF, donde se debatió sobre el impacto de los agrotóxicos en la citada región. Sirel dialogó con él para conocer de primera mano qué esta pasando en San Jorge.
   
-¿Cuál es su área de trabajo?
-Soy médico generalista especializado en Medicina Familiar. Atiendo pacientes privados en la ciudad de San Jorge y su región aledaña, ubicada al sur de la provincia de Santa Fe, en el centro de la llamada “Pampa húmeda”. Esta ciudad cuenta con unos 20 mil habitantes y la zona es esencialmente agrícola.
 
-¿Cuál es la influencia de los agrotóxicos en la salud de la población local?
-En general hoy la medicina se basa en la evidencia, pero en este caso no hay más remedio que hacerlo en función de la experiencia.
 
Hay cosas que no sólo veo en los pacientes, sino también en la naturaleza, en el medio que nos rodea, entonces se pueden sacar conclusiones al respecto.
 
-¿Cuáles son esas conclusiones?
-Sin duda los agroquímicos utilizados en los cultivos tienen una elevada toxicidad. Lo que ocurre aquí no es realmente una novedad, ya se ha comprobado en otras partes del mundo.
En el consultorio hemos visto un aumento muy pronunciado de patologías oncológicas de distinto tipo, y aún algunas que no eran frecuentes. También hemos detectado numerosas patologías endócrinas, especialmente a nivel de tiroides
 
En el consultorio hemos visto en primer lugar un aumento muy pronunciado de patologías oncológicas de distinto tipo, y aún algunas que no eran frecuentes. También hemos detectado numerosas patologías endócrinas, especialmente a nivel de tiroides, y por supuesto respiratorias y/o alérgicas. Esto no ocurría hace algunos años. 
 
Lo mismos efectos adversos se observan en lugares naturales, que antes se usaban para hacer caminatas y ejercicios, arboledas periurbanas que ahora están al borde de las plantaciones de cultivos transgénicos que reciben gran cantidad de químicos.
 
Allí encontramos un deterioro importante, árboles muy enfermos, secos, y una naturaleza que ha perdido completamente su antiguo esplendor.
 
-¿Qué tipo de patologías oncológicas detecta más ahora que antes?
-Cada vez con mayor frecuencia vemos patologías del aparato digestivo, y persisten las clásicas, aunque también se ha notado una disminución en la edad de los pacientes. Por ejemplo, hemos registrado patologías prostáticas y tiroideas, cáncer de mama y ginecológicas más prematuramente. Antes era excepcional verlas antes de los 35 años, y ahora, en San Jorge y pueblos vecinos hemos tenido casos en los 25 años de edad, algo que ni se soñaba con que pudiese haber. 
 
Con respecto a la patología endócrina se detecta gran cantidad de nódulos que después pueden evolucionar a patologías malignas, y estamos teniendo casos que terminan en una cirugía preventiva con extirpación de la glándula en gente muy joven, cosa que no se había visto nunca.
 
Además, tenemos casos de hipotiroidismo y tiroiditis de Hashimoto, disfunciones que era muy raro encontrar y ahora las vemos con una frecuencia impresionante. A tal punto que los análisis de tiroides ya los hacemos como rutina.
 
También hemos empezado a encontrar algunas patologías sexuales, aunque a menudo aparecen enmascaradas. Nos referimos sobre todo a disfunciones eréctiles, que con la popularización del Viagra se disimula un poco.
 
Quizás esto se deba a distintas razones y no sólo por esto de los químicos agrícolas, pero en esta zona el Sildenafil es uno de los productos farmacéuticos más vendidos. No es de extrañar que alguno o varios de estos químicos que son disruptores endócrinos estén influyendo en esto.
 
-¿Qué tipo de cultivo hay en la zona? 
-Aquí se planta, como cosecha fina1, el trigo, y como cosecha gruesa se varía entre soja y maíz, lo que representa el 90 por ciento de los cultivos. Con el precio que tiene la soja a nivel internacional, solamente se rota con maíz cada dos o tres cosechas de soja.
 
-¿Estas enfermedades se asocian con las fumigaciones, con el consumo de granos contaminados o con las dos cosas?
-En Santa Fe el control bromatológico es mínimo, y también se han conocido públicamente casos de corrupción de funcionarios que adulteraron o colaboraron con la adulteración en fechas de vencimiento y otros controles. Pero lo que está ocurriendo es mucho más amplio: la contaminación química abarca el suelo, el aire y evidentemente también el agua.
En estos momentos, con los precios como están, acá se está cultivando soja hasta en los parques y centros de esparcimiento, y como digo siempre, terminaremos plantándola hasta en macetas en cada casa
 
Hay productos que son de muy difícil degradación, como los organoclorados, que terminan concentrándose en la grasa de los seres vivos, o sea que la contaminación es enorme.
 
Además, se están fumigando árboles frutales -y en otras localidades también el tabaco- con productos muy tóxicos, y lamentablemente, como no hay conciencia, hasta se ve sobre todo en clubes privados que en lugar de cortar los yuyos se fumiga con herbicidas y se multiplica la contaminación.
 
En estos momentos, con los precios como están, acá se está cultivando soja hasta en los parques y centros de esparcimiento, y como digo siempre, terminaremos plantándola hasta en macetas en cada casa.
 
-¿Desde cuándo empezó a notar usted estos cambios?
-La soja se siembra desde hace unos 30 años, pero el decaimiento de los campos, de la naturaleza y de la salud de la gente se ve mucho más recientemente. Las patologías oncológicas han aparecido en los últimos cinco o seis años. La gente empieza a estar preocupada porque no sabe muy bien a qué atribuirlo.
 
Al no existir ahora la actividad ganadera que colocaba un elemento de normalidad en el ciclo productivo y evitaba el uso intensivo de agrotóxicos, esto se ha agravado. 
 
Las tasas de casos de cáncer se calculan cada 100 mil habitantes; en San Jorge, que araña los 20 mil, sólo yo este año he detectado 13 nuevos casos, si lo multiplicamos por cinco para llevarlo a 100 mil, estaríamos en 65 casos cada 100 mil habitantes por año, lo que ya es bastante.
 
Pero si sumamos sólo los que conozco de otros médicos de la zona estamos en los 120 o 130 casos al año cada 100 mil habitantes, lo que es altísimo, y eso sin tener en cuenta  una estadística exhaustiva que, de existir, estoy seguro de que, desgraciadamente, nos pondría en los primeros puestos del mundo.
 
-¿A qué se puede atribuir este deterioro sanitario: al uso de nuevos productos agrotóxicos en estos últimos años o a la acumulación de los habituales?
-Cada vez se ha tenido que aplicar productos más fuertes, más tóxicos para las plagas. A veces también hay gente que es inescrupulosa. Si tomamos como ejemplo el Glifosato, que es uno de los más utilizados, normalmente con dos litros por hectárea debería alcanzar, pero en ese afán de que sea todo un desierto menos la soja, hay quienes utilizan cinco litros por hectárea. Llega a un punto en la que no hay forma de solucionar la acumulación. Para poner un ejemplo dramático: aquí los pájaros no existen más.
También sabemos que para ahorrar se han aplicado solos o asociados productos de altísima toxicidad como el 2-4D, el Endosulfán, que es un organoclorado, el Clorpirifos, que es un organofosforados
 
También sabemos que para ahorrar se han aplicado solos o asociados productos de altísima toxicidad como el 2-4D, el Endosulfán, que es un organoclorado, el Clorpirifos, que es un organofosforado. Se utilizan pastillas de un plaguicida llamado Phostoxin para el transporte en los camiones que se gasifica, pero quedan residuos que causan trastornos.
 
Yo mismo he visto camioneros intoxicados con estas pastillas, incluso hay algún fallecido que se puso a descansar en el vehículo sin quitar la pastilla y halló la muerte (+ información). Obviamente, sus fabricantes y aplicadores alegan que se degrada en el ambiente, pero siempre quedan residuos. Esto se utiliza en el trigo y en otros productos alimenticios.
 
 -¿Ha tenido contacto con otros médicos de la zona que hayan notado estas anomalías?
-Hay un problema: algunos colegas piensan más o menos como yo, pero tratan de no involucrarse con denuncias por que de una manera u otra dependemos del campo.
 
Es difícil hablar de todo esto sin ganarse enemigos o perder pacientes. Acá no existe lo que se puede considerar como una buena Salud Pública, y salvo excepciones, no hay una dedicación importante, entones hay una franja de la población, que en general es la más humilde, que ignora todo esto, aunque al final todos estamos expuestos a la contaminación, pero los que están en la periferia lo están aún más.
 
Sin embargo hay una prédica constante y cada día hay más gente va tomando conciencia de estos problemas, de que las consecuencias de esta bonanza económica relacionada con el campo quizás esté generando una deuda sanitaria imposible de pagar en el futuro.
 
-¿Alguien intentó aquí probar el origen de su enfermedad en los tribunales?
-Hubo alguno, gente con problemas respiratorios que vivía en zonas de campo en contacto con fumigaciones. Los jueces han ordenado respetar ciertas distancias mínimas a las fumigaciones, pero todo eso es muy complejo de controlar y los estudios en nuestros países siempre son difíciles, sobre todo cuando hay tanto dinero de por medio, dinero para los productores, pero también para los gobiernos tanto provincial como nacional. Es un caso sociológicamente complejo.
 
Por su parte, las estructuras políticas no tienen interés en analizar este tema, antes bien, eligen ocultar cualquier denuncia o indicio del problema.
 
Hay un grupo de vecinos autoconvocados que intenta difundir todo esto, pero va a llevar su tiempo, y mientras tanto el daño se sigue provocando.
Las estructuras políticas no tienen interés en analizar este tema, antes bien, eligen ocultar cualquier denuncia o indicio del problema
 
-¿Usted ha sufrido alguna consecuencia por denunciar esto?
-No, incluso siendo que la mayor parte de mis pacientes provienen del campo y tiene respaldo económico. Pero yo no asumo una actitud confrontativa sino de conciencia, porque los productores también, tarde o temprano, van a sufrir las consecuencias.
 
Acá no hay pools de siembra, hay productores individuales, y en general ellos están muy limitados en sus opciones productivas; o hacen lo que indica la política general o quedan afuera.
 
Mi padre siempre fue productor agropecuario, y ellos me conocen, entonces hasta en charlas de consultorio hemos podido intercambiar ideas con inteligencia. Ellos son también trabajadores que le meten para adelante y no tienen mucha alternativa, y a menudo se dicen esclavos de los transgénicos que autorizó el gobierno.
 
-¿Qué opinión le mereció de la actividad organizada por SATIF?
-Siempre me resulta positivo y agradable intercambiar con gente que se encuentra en el mismo proceso de toma de conciencia sobre estos temas. Uno constata que en otras partes del mundo hay gente que tiene el mismo espíritu, que está luchando por las mismas cosas.
 
Elijo a quienes priorizan el diálogo sobre la confrontación, porque creo que es lo que nos va a llevar a logros duraderos y democráticos, consensuados, que amplíen la conciencia colectiva.
 
En este sentido me sentí muy a gusto, y espero haber aportado un granito de arena.
 

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