En la crisis del siglo XXI, una revuelta del 1200

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En plena crisis económica, campesinos, pescadores, transportistas, desocupados y estudiantes sicilianos levantaron las banderas de revuelta del siglo XIII contra la globalización neoliberal.
En 1282 la meridional isla de Sicilia vivió una de las primeras revueltas populares de la edad media italiana. El 30 de marzo, en las vísperas de la Pascua, estalló la rebelión contra la ocupación francesa guiada por Carlos de Anjou, que pretendía extender su dominio hacia Constantinopla. Al sonar las campanas que llamaban al oficio de las vísperas en Palermo, un grupo de soldados franceses se acercó a los fieles reunidos frente a la céntrica catedral y, cuando intentaron molestar a una joven casada, el pueblo reaccionó con violencia. Comenzó así una matanza de franceses en toda Sicilia que se cobró la vida de más de 2000 ocupantes y terminó con el dominio de Carlos de Anjou en la isla. Campesinos, pescadores y nobles llevaron adelante una real cacería, en defensa del honor pisoteado de todos los isleños e intentando construir una -frustrada- independencia siciliana.
Claro está que la leyenda esconde intereses particulares y políticos del asunto -Sicilia terminó bajo el dominio español de los Aragón-, pero estos sucesos que pasaron a la historia como 'las vísperas sicilianas' sentaron la base para el fortalecimiento de un sentimiento de defensa de la tierra y de su pueblo, algo que aún hoy es muy fuerte en la isla.
La herencia de 'las vísperas' quedó plasmada en símbolos y tradiciones que vuelven a aparecer en los reclamos populares cuando estos toman cierta masividad. Volvieron en el siglo XIX, con el movimiento de los 'Fasci Siciliani', ligas de trabajadores socialistas que protagonizaron las primeras revueltas por pan y trabajo de aquellas épocas y que se enfrentaron abiertamente a la mafia. Y vuelven hoy, en plena globalización neoliberal, contra las privatizaciones y el ajuste.

El siglo XXI
La trinacria, actual bandera de la región, nacida durante las revueltas del siglo XIII, volvió a flamear durante las última semanas en las rutas sicilianas. A llevarla fueron campesinos, pescadores, camioneros, estudiantes y desocupados que se movilizaron durante días cortando las principales rutas de la isla para denunciar la devaluación de la producción local, la suba indiscriminada de los costos de vida y la liberalización de la economía nacional como respuesta a la crisis.
Desde la asunción del gobierno Monti, tras la renuncia de Berlusconi, Italia tomó la senda del ajuste y dio carta blanca a las empresas, públicas y privadas, para redimensionar sus plantas y ajustarse a la economía de mercado de un estado en crisis. Derivaron de esto múltiples problemas sociales que repercutieron directamente en las economías regionales, de las cuales Sicilia era uno de los ejemplos más avanzados. Pequeños productores agrícolas y organizaciones de campesinos y pescadores deben enfrentar la competencia en un mercado desregulado y abierto a la globalización. La producción local no puede ante las importaciones y el sector primario es el primero en sufrir las consecuencias. Los aumentos de los impuestos sobre el combustible hacen la vida imposible a los transportistas autónomos que no pueden sobrevivir ante las grandes empresas de transporte (en algunos casos subsidiadas). Este sector es hoy el más conflictivo. Sus protestas contra el aumento del combustible son constantes y extendidas a toda Italia, provocando a la larga el repudio generalizado. Por otro lado, la desocupación que se desprendió de la crisis económica se sumó a la ya altísima tasa de desempleo que padece el sur italiano desde hace décadas, sumandose así al descontento popular.
Todo esto se tradujo en piquetes generalizados en la isla, que luego se expandieron a otras regiones de Italia. El sur de Cerdeña, la otra gran isla italiana, está paralizado por los camioneros, que sumaron ya a pequeñas cooperativas campesinas. Esta expansión de la protesta preocupa a las cámaras empresarias, que llegaron a denunciar infiltraciones mafiosas en el movimiento siciliano e intentan profundizar las divisiones políticas internas. Es que, así como sucedió en la edad media, la heterogeneidad del movimiento se está convirtiendo de a poco en un arma de doble filo. Conviven allí la ultra derecha nacionalista, que ve en la globalización una amenaza contra la 'italianidad', sindicatos, pequeños y medianos productores, partidos de izquierda y movimientos sociales autónomos.
En las últimas horas, la ola que arrancó en Sicilia llegó hasta el norte industrial de la mano de los camioneros, que lograron bloquear los puntos neurálgicos de la red de autopistas italianas, al punto de paralizar casi por completo la circulación del país y provocando un fuerte desabastesimiento en los supermercados.