martes, 27 de enero de 2015

Las abejas, amenazadas por la contaminación química del polen europeo

Las abejas, amenazadas por la contaminación química del polen europeo
Más de dos tercios de las muestras recogidas en 12 países del continente estaban contaminadas hasta con 17 sustancias tóxicas distintas, revela un informe de Greenpeace

Más de dos tercios del polen recogido en 12 países de Europa están contaminados de sustancias químicas que ponen en peligro a las abejas, revela un informe publicado por Greenpeace. La organización reclama en consecuencia que los responsables políticos amplíen las prohibiciones parciales existentes sobre los plaguicidas que matan a estos insectos. Su desaparición –temida desde inicios del milenio- pondría en riesgo la polinización de los cultivos y, en consecuencia, la alimentación de la humanidad. Por Yaiza Martínez.
Yaiza Martínez

Escritora, periodista, y Directora de Tendencias21.


Abeja libando. Imagen: pdphoto.org.

Greenpeace ha publicado hoy el informe científico La pesada carga de las abejas, un análisis sobre los residuos de plaguicidas en el polen de panal (pan de abeja) y en el polen capturado a abejas melíferas.

Sus resultados muestran que más de dos tercios del polen recogido estaban contaminados hasta con 17 sustancias tóxicas distintas, lo que confirma que las abejas están expuestas a polen contaminado por distintas sustancias químicas, que amenazan a su población.
La variedad de sustancias resulta especialmente peligrosa para las abejas, pues su efecto sinérgico -o interacción de los diferentes componentes químicos- puede resultar más tóxico que una sola sustancia química.

“El polen envenenado es una amenaza directa a toda la población de abejas, debido a que la colonia, incluyendo larvas, obreras y zánganos, se alimentan de este polen como fuente de proteínas y energía”, explica Matthias Wüthrich, Responsable de la Campaña de Agricultura Ecológica de Greenpeace Suiza, en su blog.

Según la web de Greenpeace, la presente investigación es una de las más extensas de las realizadas a este respecto hasta la fecha en Europa. En ella, se tomaron más de 100 muestras en 12 países europeos, en una sola temporada de pecoreo, que es la época en que las abejas obreras recolectan polen y néctar.


Principales datos

- En las muestras de polen capturado se identificaron residuos de por lo menos uno de 53 plaguicidas; y en las muestras de polen de panal de por lo menos uno de 17 plaguicidas.

- Los residuos más habitualmente detectados en el polen capturado proceden del insecticida organofosforadoclorpirifos‎ etil. El clorpirifos es uno de los siete plaguicidas que dañan a las abejas, y se ha identificado como candidato prioritario a ser rápidamente retirado. En España fue hallado en cinco de las 14 muestras tomadas.

- Los plaguicidas más frecuentemente hallados en las muestras de polen de panal fueron el insecticida/acaricida Amitraz, el tau-fluvalinato‎ (en tres muestras de España) y el cumafós‎.

- Los fungicidas (sustancias tóxicas que se emplean para impedir el crecimiento o eliminar los hongos y mohos perjudiciales para las plantas) constituyeron otros ingredientes activos encontrados con relativa frecuencia en el polen de estas muestras.

- De los tres neonicotinoides (familia de insecticidas que actúan en el sistema nervioso central de los insectos) actualmente sujetos a restricciones de uso en Europa, el imidacloprid‎ fue detectado en seis de las 107 muestras de polen (5,6%); cuatro de ellas de España.


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La importancia de las abejas

Aunque las abejas y otros polinizadores parecen un pequeño eslabón de nuestra cadena de producción de alimentos, en realidad juegan un papel crucial en nuestra seguridad alimentaria, explica Wüthrich: “Un tercio de los alimentos, y la mayoría de las plantas con flores en el planeta, son polinizadas por las abejas y otros insectos polinizadores”.

La desaparición de las abejas podría poner, por tanto, en peligro la polinización de los cultivos y la alimentación de la humanidad. En términos económicos “el valor de la polinización mundial se ha estimado en unos 265 mil millones de euros anuales”, dice el experto.

Greenpeace reclama en consecuencia “un cambio urgente para proteger a nuestras abejas y nuestra agricultura”; y que los responsables políticos amplíen las prohibiciones parciales existentes sobre los plaguicidas que matan a las abejas.

Además, ha lanzado una campaña de colaboración ciudadana en la protección de las abejas.

Señala asimismo la importancia de impulsar la agricultura ecológica en lugar de “la destructiva agricultura industrial, porque la ecológica es un modelo respetuoso que cuida de las abejas y del planeta en su conjunto”, concluye Wüthrich.

Dosis bajas de contaminantes también pueden ser letales

La desaparición masiva de las abejas, también conocida como “colapso de colonias” (CCD, por sus siglas en inglés), es un fenómeno que alcanzó su auge en Norteamérica a partir de 2000 y, desde 2007, también en países europeos, como Bélgica, Francia, Holanda, Grecia, Italia, Portugal o España.

En 2011, un informe del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) señaló que el colapso de colonias era ya un problema global. Los científicos tratan desde hace años de buscarle una explicación y de aportar soluciones, incluso desde el terreno de la tecnología o de la informática.

En 2012, dos estudios señalaron, al igual que Greenpeace, la importancia del papel de los pesticidas comunes en la muerte masiva de las abejas.

Revelaron, por una parte, que el pesticida neonicotinoide imidacloprid (mencionado en los datos del informe hecho público hoy) reducía drásticamente la descendencia de las abejas y, con ello, frenaba el crecimiento de las poblaciones. El segundo estudio constató que un neonicotinoide, el thiamethoxam, provoca desorientación en las abejas, causando una alta mortalidad entre ellas.

Otros científicos han señalado como posible causa de la CCD a los pesticidas, aunque en relación con otros factores (otro modo de efecto sinérgico). En concreto, investigadores del Laboratoire Microorganismes: Génome et Environnement y del Laboratoire de Toxicologie Environnementale de Francia descubrieron en 2011 que las abejas melíferas presentan un riesgo mayor de infectarse de parásitos letales cuando están expuestas a insecticidas, aunque sólo sea en dosis muy bajas.

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