domingo, 22 de febrero de 2015

Producción orgánica en los peri urbanos es posible

http://www.laverdadfunenseweb.com/index.php?option=com_k2&view=item&id=314:podemos-tener-una-zona-sin-agroquimicos-y-podemos-producir-para-ganar-lo-mismo-o-incluso-mas



Danilo Sorti, el ingeniero agrónomo encargado de asesorar desde el Municipio el proceso de reconversión productiva de los campos que lindan con la zona urbana, le confirmó a La Verdad Funense que cuatro productores iniciarán en marzo el cambio de sistema, de convencional a orgánico. El histórico cambio se produce luego de que el Concejo municipal prohibiera las fumigaciones en los primeros 500 metros de las extensiones periurbanas

El ingeniero agrónomo Danilo Sorti llegó a Funes de la mano de Jorge Hein y su esposa Gabriela, quienes son asesorados por él en su proyecto de producción de dulces orgánicos en un campo que linda con la zona norte de la ciudad. Su experiencia fue aprovechada por el Municipio para ofrecer una alternativa a los productores que se vieron obligados a dejar de fumigar con agroquímicos en los primeros 500 metros de cada campo lindante con la zona urbana. Sorti les explicó que esas extensiones no tenían por qué transformarse en zona muerta y podían volcarse al sistema de producción orgánica que, según él, después de un período de transición, ofrece la posibilidad de realizar negocios tan buenos o mejores que los que propone el método convencional: "La buena noticia es que podemos tener una zona sin agroquímicos y podemos producir para ganar lo mismo, o incluso más".
—¿Cómo llegó a asesorar a los productores en este proceso de reconversión productiva?
—El primer contacto viene a partir de Jorge Hein y su esposa Graciela, que fueron convocados unos meses atrás cuando se pretendía armar algo para favorecer la producción orgánica, y yo participé de algunas reuniones. Allí hablé con la gente de la Municipalidad, le gustó mi perfil y mi visión de las cosas, y a partir de ahí decidieron tomarme para trabajar con los productores. Con Jorge y Graciela nos conocemos desde el 2005. He venido trabajando con ellos, además de capacitarme por mi cuenta, porque hay que tener en cuenta que la producción orgánica no la vas a estudiar en un master en la facultad, o en un doctorado, y casi no va la vas a estudiar en la currícula normal. Esto ha sido mucho desarrollo autodidacta.
—¿Por qué se dedicó a la producción orgánica?
—Siempre me gustó la ecología. Incluso tenía definido que quería estudiar ecología. Finalmente opté por agronomía, que también me gustaba. Trabajé un año en un laboratorio de ingeniería genética, en Rosario, y después empecé una pasantía en producción orgánica en el tema huerta. Y ahí decidí que no iba a trabajar nunca más en el tema convencional. De hecho no trabajé en nada que tenga que ver con la producción química o con la venta de agroquímicos.
—¿Por qué no quiso trabajar más en lo convencional?
—Porque entendía que hay otra forma de producir. Que se puede producir bien. Que la producción convencional genera un drama muy importante, oculto hasta ahora. Y cuando digo que no se ve quiero decir que no se paga. Si vos tuvieras que pagar la harina, las galletitas, la soja, con el plus del daño ambiental que está causando, o el costo de descontaminar o recuperar, que no está exactamente medido, ¿cuánto tendrías que pagar?
Todo este sueño de comida barata, que nos viene de la posguerra, se va al tacho. Entendí eso. Yo creo en Dios y entendí que no era la forma, porque Dios diseñó las cosas para que funcionen. Y esa fue mi convicción.
—Y de repente llegaste a Funes, donde te esperaban productores indignados frente a una ordenanza que les impedía utilizar el método tradicional de pulverizaciones con agroquímicos en los 500 metros de su campo que fueran lindantes con la zona urbana. ¿Cómo fue esa experiencia de intentar mediar en ese conflicto?
—Esto es una guerra tonta. Y los ingenieros agrónomos tendríamos que asumir parte de la culpa. Y cuando digo ingeniero agrónomo no me refiero solamente al que está "pateando" el campo, sino a todo el sistema (ingenieros agrónomos, facultad de agronomía, INTA).
Tengamos en cuenta que la producción orgánica certificada por ley existe en la Argentina desde el año 1992-93, y en el mundo se conoce desde tiempo antes. Si nosotros hace diez años hubiéramos dicho "esto nos va a llevar a un conflicto, empecemos con esto de una manera progresiva", hoy las cosas serían muy distintas.
Pero bueno, es lo que es y tenemos lo que tenemos. Lamento que hayamos llegado a una situación de conflictividad, pero creo que la buena noticia es que podemos tener una zona sin agroquímicos y podemos producir para ganar lo mismo, o incluso más. No es tan sencilla la transición: yo nunca prometí que fuera fácil ni milagrosa y que de un día para el otro va a estar ganando lo mismo.
Pero se puede lograr y podemos congeniar ambos intereses: los de una comunidad que no quiere que fumiguen hasta determinada distancia y los de los productores que dicen "bueno bárbaro, pero yo tengo que producir y vivir de esto".
—De todas maneras, el productor sigue dudando de la eficacia y de la rentabilidad de la producción orgánica.
—Con respecto a la rentabilidad, la respuesta que te tengo que dar es una respuesta empresarial, con toda la profundidad de la palabra. Voy a poner un ejemplo simple. ¿Te acordás cuando empezaron a promocionar las máquinas para hacer trapos de piso? ¿Se puede vivir de la fabricación de trapos de piso? Quizás alguien le encontró la vuelta al negocio. Alguien se dio cuenta de que no era todo fácil, se esforzó, se capacitó y tal vez saca unos mangos haciendo trapos de piso. Otros pensaron que era todo muy fácil y el único que hizo negocio fue el que les vendió las máquinas para fabricar trapos de piso.
¿Es negocio hacer orgánico? Desde 1993 que hay gente haciendo orgánico. Algunos se fundieron y hay otros que les ha ido bien. ¿Es negocio? Es una empresa, por decirlo de alguna manera. Hay que sentarse, analizarlo, buscarle la vuelta, requiere estar más sobre el tema y mayor conocimiento.
En la producción convencional está todo muy armado. Lo cual para mi es terrible, porque el productor termina siendo empleado de su propio campo. Está bien, no te tenés que preocupar por nada, pero con límites muy precisos.
La producción orgánica hay que buscar al comprador, unirse, laburar más (no me refiero ir a carpir maleza, aunque a veces hay que hacerlo, sino otro tipo de trabajo). La verdad es que puede ser un buen negocio, o puede ser tu peor negocio.
No existe una respuesta de que la producción orgánica te va a dar la solución. Lo que te va a dar la solución es cómo lo hagas.
—La comparación de rentabilidad la hacen con el sistema actual.
—En este sistema podés tener una rentabilidad más interesante. Pero tenés una transición, donde podés tener una rentabilidad más baja.
—¿Cuánto dura la transición?
—Legalmente son dos años. Para que (la producción) sea orgánica full. Por ejemplo, ahora se podría cosechar la soja y luego empezar a certificar. Son dos años donde hay que seguir el cuaderno de norma orgánico, que tienen las empresas certificadoras (una de las 4 que hay está en Rosario). El cuaderno de normas orgánicas está en consonancia con la ley argentina y con la ley europea.
Los dos primeros años la producción sale como orgánico en transición. Y hoy por hoy en el mercado no hay mucho sobreprecio para el orgánico en transición. Es más complicado. Son cosas que hay que charlar con alguna comercializadora o con algún comprador. Hay algunos nichos que no están cubiertos donde se puede vender la producción.
—En la transición, ¿el precio es menor?
—El precio es menor. Entonces hay que pensar cómo hacemos la transición. ¿Hacemos los mismos cultivos? ¿Hacemos una pastura? Eso sería lo más simple: alfalfa, cuatro años, una vez que la rotulás, es orgánico full. Hay menos ingresos por la pastura, pero tiene un costo mínimo de mantenimiento. Son distintos modelos.
—¿El suelo lleva un tiempo de adaptación de un sistema a otro?
—En producción orgánica la base de la producción es el suelo. Lo que se dice un suelo sano, que engloba aspectos como el contenido de materia orgánica, de nutrientes, con la vida del suelo, la microfauna, la mesofauna, con las redes que se establecen en el suelo, con los insectos que están encima del suelo incluso. En la medida de que el suelo es más "sano", una palabra para abarcar un complejo de cuestiones, las plantas van a ser más resistentes, los problemas de plagas son menores. Hay otras cosas para hacer, pero lo principal es el suelo.
—¿Es bueno utilizar compost (abono orgánico)?
—El compost es lo mejor que podés ponerle al suelo. El único problema es que en 200 hectáreas es un poco complicado. Si vos me decís que tenés compost para 200 hectáreas, es fantástico.
—¿Si en el Municipio se empieza a trabajar en la separación de los residuos?
—Lo estamos charlando, y creo que podremos hacer algo de acá a unos meses, pero depende muchísimo de la concientización de las personas. Los municipios pueden hacer cosas, pero es fundamental la concientización de las personas.
Si la comunidad dijera que va a colaborar con la producción orgánica juntando los restos de poda y separando la basura, para que el municipio con algunos recursos que no sean exagerados pueda transformar eso en compost para ayudar o vendérselo a los productores, sería algo muy bueno.
—Se podría cerrar el círculo si los vecinos luego pudieran comprar alimentos de huertas orgánicas.
—Hoy es muy complicado hacer una huerta a nivel comercial. No conseguís mano de obra en la zona para hacer huertas. Por más que el productor diga que quiere poner tres hectáreas de huerta, y demás, no hay mano de obra capacitada.
—Otro tema que afecta a la producción orgánica es que muchos productores se desprendieron de las máquinas que tenían para trabajar sus campos.
—Ese es un tema de la producción, no sólo de la producción orgánica. La solución de ese es que tengamos algún contratista que quiera hacerlo.
—¿Hay?
—Estamos charlando, quiero ser prudente y no quiero adelantarme a nada.
—¿Cómo vienen las conversaciones con los productores?
—Estamos conversando con cuatro productores (Juan Moine, Julián Aramberri, Walter Capezani y Diego Van de Ploeg) que están interesados. Estamos charlando las cuestiones técnicas, comerciales, con franqueza. No le vendí espejitos de color a nadie, ni lo pienso hacer. Estamos planteando lo que cuesta, cómo lo vamos a hacer, cual es la mejor transición, cómo vendemos la producción.
La semana pasada nos visitó un representante de una empresa exportadora de producción orgánica. Hay dos empresas principales en la Argentina, y una está en Rosario.
—¿Exportan a Europa?
—No. Ahora no, porque si bien todo lo que se certifica como orgánico en la Argentina entra sin problemas en Europa, les resulta mucho más barato comprarle a los países de Europa del Este, que comenzaron a producir orgánico. Para nosotros, desde hace unos años pasó a ser más importante el mercado americano.
Resulta interesante que en un mundo en crisis el mercado orgánico sigue creciendo. Porque las dos principales motivaciones que se ven en todas las encuestas para el consumo de orgánicos son la salud y la preocupación por el medio ambiente. Yo pregunto: de acá a veinte o treinta años, ¿la gente va a dejar de preocuparse por su salud? ¿va a dejar de preocuparse por el medio ambiente? Todo lo contrario. Después tendremos que charlar el tema precio. Hoy tenemos sobreprecios muy interesantes, pero no sé si se van a mantener.
—¿Cuáles son los sobreprecios con respecto al producto convencional?
—Una soja orgánica, puede llegar –no digo que siempre lo sea- a valer el doble. Hablando siempre de exportación de commodities orgánicos.
—Y tienen menos retenciones.
—La soja orgánica tiene un 9 por ciento de retención y el resto de los cereales un 5 por ciento.
—¿Cuáles serían los tiempos de la producción?
—Esto lo empezamos a charlar en noviembre, y yo planteé que no podíamos en ese momento empezar con lo orgánico. Recién nos conocíamos, teníamos que conseguir la semilla, era una locura. Por eso los productores pidieron una excepción para la campaña anterior. Y lo más lógico sería empezar después de la cosecha de soja.
—¿Eso cuándo sería?
—En marzo o abril empezaremos a certificar y ver qué podemos hacer. No hay una receta. Manejamos los principios y después los aplicamos de acuerdo a lo que cada productor quiera hacer.
—¿A usted lo contrata el municipio para asesorar a los productores?
—Sí.
—¿Cree que estos procesos de reconversión se pueden consolidar y actuar como ejemplos para el resto de los productores?
—Soy optimista. Nos estamos entendiendo. Nunca he planteado nada soñador ni volado. Estoy trayendo otra gente para que hable del tema. En algunas semanas vamos a traer a alguien del INTA para que hable del cultivo de cobertura, que es una práctica tanto para lo orgánico como para lo convencional. Y que ayuda a reducir las aplicaciones, tanto en lo orgánico como en lo convencional. Iremos avanzando un poco más. Cuando empiezan las clases nos sentaremos a charlar con la gente de la Facultad. Iremos tratando de integrar un poco más las redes.
Soy optimista, los productores están interesados, y están empezando a charlar entre ellos. Se está armando un programa entre todos. No estoy bajando yo el programa o el método. Simplemente presento cuáles son los límites y el resto se está armando.
Además, creo que el resto de los productores se puede contagiar. Creo que hay que hacerlo de a poco. Yo tengo un compromiso con la producción orgánica, nunca trabajé en la producción convencional. Pero soy perfectamente consciente de que nadie que esté viviendo de la producción agropecuaria puede hacer este cambio de un día para otro. Yo creo que es algo que se puede hacer bien, en tiempos razonables y paulatinamente.
—¿Qué le diría a un productor que todavía no está afectado por la normativa?
—Si yo tuviera que decirle algo a un productor que no esté afectado por la normativa, pero que lo pueda estar en el futuro, o que simplemente no esté contento con la forma de producir y el daño que se está produciendo a los recursos productivos o ambientales, lo que yo le diría es que empiece con una superficie que no signifique para él un grave perjuicio económico y que aprenda con todo eso. Que busque la gente que sabe, porque hoy hay más recursos que en otros tiempos. Que no espere que el día de mañana haya una nueva ley que afecte el sistema de producción convencional. Que empiece ahora.

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